“Quiero una casa, no muy grande pero si con una habitación muy amplia donde el sol entre a cada momento. Que tenga unas ventanas muy grandes y un jardín para poder ver las estrellas.
Ahora cierra los ojos y enciérrate ahí dentro conmigo ¿puedes ver? Cuando hace calor andamos descalzos y cuando llueve, hacemos café. He visto que cuando llega la noche te da hambre y yo te preparo un sándwich de atún.
Ahí también está la mesa del comedor llena de notas y libros. El sillón donde a veces dormirnos, sobre todo si la pasión nos gana y el baño que huele a madera y a veces a tu loción.
Hay uno o dos besos en la puerta para cuando vuelvas del trabajo y hay una caricia para mí espalda esperando para aquellos días en que se cargan las tareas y las horas extras laborando.
Están tus ojos cerrados para las madrugadas en que no pueda dormir y entonces te mire hacerlo e imagine lo que sueñas.
Mira también, los atardeceres que se ponen en nuestras sombras al pasar un domingo sin aburrirnos y sin tener odio por un lunes que ya no nos separa, sino nos da motivos para celebrar más días juntos.
Quiero una casita para nosotros, para no huir, para susurrarte al llegar la noche que me quiero quedar en ti, una casita que sea mi hogar y tú, mi hoguera.”
— Onironauta, Mercedes Reyes Arteaga
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