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viernes, 25 de septiembre de 2015

No busco alguien que me quiera eternamente, pero sí que en el ratito que lo haga de su vida lo haga bien.


No busco alguien que me quiera eternamente, pero sí que en el ratito que lo haga de su vida lo haga bien.
Ni siquiera mucho. No busco que su vida gire entorno a mí, pero sí ser su primer pensamiento al despertar. Al acostarse nunca, porque espero estar ahí, a su lado, en el último parpadeo que tenga en su día. Que si sueña conmigo, le parezca mediocre comparado con la realidad vivida.
Que no le importe que le haga esperar, tampoco que tenga mi vida fuera de él, pero que tenga siempre claro que en cualquier sitio que esté le dedicaré dos minutos de pensamiento, nunca más de dos, porque entonces ya mi vida, no sería vida. Y ya una vez pasé por ello, y el querer mucho nunca sale bien.
Es difícil querer en cierta medida a alguien, siempre llegamos a un punto en el que el amor se vuelve obsesión, queremos ser dueños de esa persona, cuando no hay nada más bonito que el que esa persona pueda elegir y que siempre te elija a ti.
Que nunca dude que le deseo en todo momento, pero que tampoco me tenga segura. Cuando estamos seguros de algo o de alguien deja de tener la misma importancia. Somos así de absurdos.
Cada día debe ser una conquista nueva, un nuevo cruce de miradas, un primer beso, una primera sonrisa tímida, un primer roce que te deje la piel de gallina y con ganas de decir que no pare, que no pare nunca…
Tampoco quiero que me confunda con una chica florero. Me gusta arreglarme, ponerme guapa, mirarme en todos los espejos… Pero no por ello quiero que sólo me saque de paseo, ni que alardee de mí… Me explico: no hay nada más gratificante que presuman de ti, por supuesto, pero también que te disfruten a solas, sin nada más que un camisón, o ni siquiera eso.
Que tenga claro la importancia de mis amigas en mi vida, aunque ello conlleve salir de fiesta, o quedar con más amigos… que nunca se preocupe de esas situaciones, porque será en las que yo presumiré de él.
Tampoco quiero que sea correcto en todos los aspectos de su vida, yo ni muchísimo menos lo soy… no podría estar con alguien al que le falte un poco de locura, un poco de “eso no se puede hacer”, un poco de romper las normas… pero que cuando tenga que tener cabeza, la tenga por los dos.
Y ni falta hace decir, que no quiero ser madre de nadie… Nunca lo he sido y dudo mucho que sepa serlo sin parecer la mala de cualquier cuento de Disney. Simplemente quiero que cuando se equivoque yo no tenga que decírselo, ni mucho menos quiero que me pida perdón… nunca, solo, que sea capaz de corregirlo.
Para terminar, y ser un poquito más sincera de lo que ya he sido, debo deciros, que soy la reina de las mayores cagadas en lo que a relaciones se refiere, que se me ha tachado desde fría y no decir nunca ni media palabra de cariño, hasta obsesiva y llamar a todas horas solo por saber con quién estaba; de pasota y no buscar un hueco en 500 días para quedar, y celosa hasta decir basta; de risueña hasta el punto de que se pensaban que me estaba riendo de ellos, y desagradable hasta con un niño de 3 años; de soñadora, y no lo niego, con ayuda de algún estupefaciente, el cual me hacía mas vivir en mi mundo que en el suyo; y realista sin dar tregua ni reposo.
Quiero decir, que nunca sabré la chica que seré en una nueva relación, pero, oye… por pedir que no quede.
-Lina Jaramillo Triana
 

La belleza de una mujer está en sus ojos. ♥

"Para tener unos hermosos ojos, mira lo bueno en las personas. Para unos labios atractivos, habla con palabras amables. Para un cuerpo delgado, comparte tu comida con el necesitado. Para tener buen porte, camina sabiendo que nunca estarás sola"

"La belleza de una mujer no está en la ropa que lleve, la figura que tenga o en cómo se peine. La belleza de una mujer debe ser buscada en sus ojos, que son la puerta de acceso a su corazón, el lugar donde reside el amor"

-Audrey Hepburn.
 




miércoles, 23 de septiembre de 2015

Un amigo ♥

Un amigo es alguien que conoce la canción de tu corazón
y puede cantarla cuando a ti  ya se te ha olvidado la letra.
- Julio Ramón Ribeyro
 




martes, 22 de septiembre de 2015

iNo reniego de mi naturaleza, no reniego de mi!


 "No reniego de mi naturaleza, no reniego de mis elecciones, de todos modos he sido muy afortunada. Muchas veces en el dolor se encuentran los placeres más profundos, las verdades más complejas, la felicidad más certera. Tan absurdo y tan fugaz es nuestro paso por el mundo que solo me deja tranquila el saber que he sido auténtica, que he logrado ser lo más parecida a mi misma que he podido".
-Frida Kahlo

domingo, 6 de septiembre de 2015

Hazme el amor. ♥

—Házmelo, te dije al oído.

—¡Házmelo!, te repetí con mis senos sobre tu pecho, mis manos acariciando tu cara y mis muslos trenzados a los tuyos.

—¡Házmelo ahora!, dije por tercera vez con mi mano acariciando tu sexo. Lo dije con franqueza, con el deseo taladrándome el alma y mis dedos sintiendo esa piel suave y tibia de tu erección. Bebí entonces el deseo de tu boca, devoré tus besos, tu aliento, tus ganas.

—Quiero que me cojas apasionadamente, con fuerza. Quiero sentir que te pertenezco, te exigí entre jadeos, mordiéndote la oreja.

—Bésame, te rogué, imagina que es el último. Que no me volverás a tener en tu vida. Cógeme como si fuera la última oportunidad, tu repechaje, tu “no me olvides”, te pedí clavando mis uñas en tu pecho.

Te me quedaste mirando, como no entendiendo nada. Siempre he sido apasionada, pero la urgencia con la que te estaba pidiendo las cosas, las palabras que usaba, podían delatar al mismo tiempo que era mucha mi calentura o que algo más inspiraba esas advertencias fatalistas.

—Anda: juguemos a que mañana es el Apocalipsis y ésta es la que quieres llevarte de recuerdo, rematé traviesa, antes de plantarte un beso que me impidió seguir hablando y a ti discutir nada.

Desde que decidí terminar contigo no he podido hacerlo. Prefiero postergarlo. Francamente estoy disfrutando demasiado tu compañía, tu amor, tu tiempo.

—Cógeme, dije nuevamente. Y así lo hiciste, una y otra vez.

Te hundiste entre mis piernas empapadas y me diste un beso suave, metiendo tu lengua en mi boca, jugando con la mía, lamiendo mis dientes, apretándome el labio, cortando mi aliento.

Me hiciste el amor despacio, me dejaste sentir tus manos poco a poco, recorrer mi piel, acariciar mi cuerpo codicioso por tenerte y sentirte, deseoso de que fueras parte de mí, que me invadieras, que me profanaras, que me declararas tuya, y me secuestraras en tus brazos negándote a la posibilidad de que exista una última vez. Qué me atraparas allí, en tus besos, en tus brazos, en tu mirada, en tu corazón. En tu candor, que te hace no saber el laberinto en el que estás metido.

Me hiciste el amor con ternura, besándome despacio, llenando poco a poco de sensaciones cada molécula de mi cuerpo, llenaste mis labios de ti, mi piel, mi cabello, mis articulaciones, mis curvas, mis bordes, mis senos, mi ombligo. Nada me pertenecía, tú controlabas todo en mi cuerpo, era tuya, un territorio ocupado, un cuerpo vencido, tu esclava, tu propiedad, ¿a dónde podía ir? ¿Cómo podía decidir que sería la última vez, si te pertenecía? No me estabas cogiendo, me habías colonizado.

Me hiciste el amor con paciencia, cocinando a fuego lento el plato de mis emociones. Encendiendo y apagándome incendios diminutos en zonas específicas y controladas. Besabas y mimabas un rato por un lado y cuando el placer era superior, interrumpías y comenzabas a encender el fuego en otro lado, dejando las cenizas humeantes del primero exigiendo más y la madera ardiente del segundo sin desear que te movieras. Me regalaste tantos orgasmos que mi cuerpo comenzó a perderse y mi mente a divagar.

Me hiciste el amor generosamente, alimentando mi egoísmo, como si fuera sólo mi goce el que importara, como si en verdad creyeras que un Apocalipsis se acercara y quisieras regalarme esa última experiencia, o como si supieras que tomándome así no habría manera de que aceptara que algo tan maravilloso terminara, que no volviera a vivirlo, a coger contigo, a experimentar el goce de tus dedos, tu presencia dominante, masculina, perfecta. Y entonces me penetraste. Lo hiciste despacio. No para evitar lastimarme, sabías que estaba tan lubricada que habría entrado sin resistencia. Lo hiciste despacio para alargar mi agonía, porque sabías que lo deseaba, que no podía resistir un segundo más sin sentir tu miembro erecto moverse dentro de mí, hacerme el amor, matarme lentamente, acuchillando mis entrañas, sentir tu peso ahogarme y cobijarme, tu amor hacerme tuya, perderme, pertenecerte. Construir esos orgasmos dichosos, monumentales, perfectos.

Me hiciste el amor por muchas horas y lo hiciste espléndidamente. Yo también, porque lo hice pensando que sería la última vez, que antes de la próxima tendría que hablar contigo y decirte, que lo nuestro no puede ser, sin saber bien a bien el porque. De todos modos, no quiero que ésta sea la última, tal vez pueda esperar. Tal vez mañana o pasado, pero si vuelve a suceder, si de nuevo estamos solos y amándonos, quisiera volver a vivirlo como si no hubiera mañana. Disfrutar la vida así te obliga a hacer que valga la pena.

-Zayuri Valencia