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lunes, 29 de febrero de 2016

Cuando mi madre me habla al corazón, Señorita Occidental ♥




-Hija de mi corazón, ¿por qué te has olvidado de vivir? ¿Por qué te has abandonado? – preguntó mi madre de súbito, mientras me estrechaba entre sus cálidos brazos y nuestros ojos se perdían en ese inmenso paisaje que se ofrecía radiante ante nosotras.
-¿De qué hablas, madre?- me aventuré a contestar, restándole importancia a sus palabras- no comprendo tu cuestionamiento.
-Pequeña mía, te conozco más que a nadie, eres una extensión de mí, y sé cuando la parte más sagrada de mi corazón está sufriendo. Lleva la tristeza en toneladas en tus ojos, ya no arreglas las flores, ni corres la cortina para que el sol se cuele por la ventana, no te escucho imitando a los pájaros. En la noche, cuando el mundo está en silencio, tu sollozo recorre la casa, traspasa las paredes, y llega hasta mí, y lloro por ti, y rezo para que Dios traiga la felicidad de nuevo a tu vida, ¿qué pesa sobre tu ánimo? ¿Es por ese chico al cual amabas y un día sin más desapareció de tu vida?
-Sí, es por él. Aquel al que amé, al que entregué todo mi amor, me engañó, y se fue. Dejándome agrietada, con el alma agonizando, a merced del sufrimiento. –quise decir, pero callé.

Esta mujer atemporal, etérea, de rostro amable y sonrisa generosa, cómo adivinando mis pensamientos e interpretando mi silencio, me miró con esos ojos más grande que el cielo, con esa mirada tan limpia que dejaba traslucir ese mensaje secreto que toda madre lleva escrito en sus pupilas, esperando que los hijos entiendan ‘’Te entrego mi vida, mi corazón. Dame tus dolores, ya no llores. Estoy aquí. Soy tu madre. ’’
-Mamá, estoy tan cansada- grité al fin, llorando, rompiendo el silencio con un chillido casi de otro mundo- la vida se me escurre entre mis dedos, y no hago nada por retenerla. Soy como una espectadora indiferente, ausente, que acepta este destino, sin pelear, esta realidad que yo misma he creado. He depositado mi felicidad en manos de cualquiera- y como ha de esperarse- he terminado peor con cada nuevo intento de delegar esta tarea a alguien ajeno a mí. No me sé querer. Estoy caminando descalza sobre este infierno, sobre la periferia de un mundo que ha olvidado soñar, ¿por qué no imito a los pájaros, preguntas?, desaprendí su lenguaje. No me conozco, me he exiliado de mi misma. En la noche me escondo y hago pactos con la luna para que en el día la tristeza no me alcance, o al menos, se esconda en una pequeña sonrisa para que nadie advierta mi calvario. Me culpo por mis errores, por lo de los otros. Llevo el corazón en los talones, nadie lo pisa. Soy yo que con cada paso dado lo lastimo, le clavo sin piedad mis tacones afilados. Duele, pero lo soporto, porque me he convertido en una masoquista de primera. He huido, una y mil veces, de esos lugares donde ni siquiera mi sombra es querida, pero como un acto suicida, regreso. Lastimé mi orgullo, y perdí mi dignidad en tantas personas, en tantos lugares... No lloro solo por él, su abandono fue el detonante para destapar este basurero emocional que he cargado conmigo desde hace tanto tiempo. Solo sé una cosa, madre, mi espíritu se seca con cada amanecer.
Pobrecita de mi mamá, cómo su semblante cambió, en un nanosegundo, vi como todo la tristeza del mundo se concentraba en su rostro, ya cansado. En ese momento me arrepentí de hacerla partícipe de mi agonía. ‘’Los hijos sabemos de mensajes secretos- pensé- en nuestras pupilas, también bailan las letras que rezan: ‘’No sufras, mamá. No tienes que sentirte responsable por mi vida. Son mis elecciones, no te corresponde llorar por mí. Ya seca esas lágrimas’’. Ellas saben leerlo, interpretarlos, pero lo ignoran.

-Debes ayudarte, no debes dejarte morir – dijo, después de una larga pausa, con dulzura y determinación, haciendo un esfuerzo para que la voz le saliera limpia, sin quebranto, sin vestigio de desesperación. -. En la vida tendrá que pasar por esto, y mucho más. Es parte de un aprendizaje ¿el para qué? en su momento lo entenderás. Aprende a quererte en medio del cataclismo que se libra en tu interior, a abrazarte, aun, cuando te considere un caso perdido. Entiendes que tu valor como persona, no depende de factores externo, sino que procede de tu interior. Todos tenemos un poder interno que nos mantiene atada a la vida; encuéntralo, y úsalo. Limpia ese armario emocional que traes contigo, deshazte de esos sentimientos que no te sirven, que solo entorpecen tu crecimiento. Date otra oportunidad, mira a la mujer hermosa que se refleja en el espejo, dite tus verdades, cuenta tus cicatrices, reconoce tus errores y defectos, pero no te rechaces más. Acéptate con tus luces y sombras. Mi amor, sé que no es fácil sanar, y más cuando se está tan lastimada; es un proceso que requiere de tiempo y paciencia. Las heridas duelen más cuando eres tú quien te las inflige, cuando eres tú tu propio verdugo. Retoma el camino del amor propio. Toma tu mano e invítate a pasear, destapa un buen vino en tu honor, regálate ese retazo de cielo, y míralo cada vez que olvides quererte; él será como un símbolo, como un recordatorio de tu compromiso contigo. Recítate aquel poema que tanto te gusta, canta esas canciones que hace a tu alma vibrar, siente la vida deslizándose por tu piel, despiértate, vuelve a tomar el control de ti, de tus emociones, de tus decisiones.

Una avecilla, como distraída, robaba parte de nuestra atención. No tanto por sus colores vibrantes, sino por sus peculiares movimientos. Era un espectáculo ver como por rato se tumbaba en la arena, luego emprendía su vuelo. Así estuvo por más de una hora, sin cambiar su rutina.

-Uno muchas veces se pierde, olvidamos de donde venimos y adonde vamos, así como esa ave, - apuntó mi madre, señalando al objeto de nuestra observación, que aun seguía, como un niño, revolcándose en la arena, indiferente a la mirada intrusa de dos extrañas que cuestionaban su proceder- su casa al parecer se le ha extraviado, pero hasta que recuerde cual es el camino correcto que debe tomar, prefiere jugar, retozar con las hojas, no perder el tiempo en lamentos inútiles que sabe que acrecentará su desesperación y en nada ayudará. Confía en si misma, sabe que en cualquier momento regresara con los suyos, retomará el camino que la conduce a su hogar.
Decide quedarte contigo, aunque te sientas perdida. No te abandones nunca más.- Terminó diciendo, acurrucándome un poquito más, cerca del lugar de donde emana la vida, trasmitiéndome el espíritu de los sueños, los secretos del amor, traspasándome su sangre, sus latidos, sus esperanza.
Su abrazo siempre, siempre, siempre me hacía sentir en casa, mi hogar era ahí, en ese pequeño punto, cerquita de su corazón. Espero que lo haya sentido. Porque en ese momento ya no me sentía tan perdida.

----Cuando mi madre me habla al corazón, Señorita Occidental

miércoles, 17 de febrero de 2016

iMe carcome este amor!

Me carcome este amor que no me sirve de nada.
Tú no sabes querer. Tu amor es como un espejismo; por fuera es tan brillante, pulcro, tan llamativo, que te invita a ser feliz. Pero, cuando te acercas y te adentras un poco más, te das cuenta que solo fue una ilusión barata...una falsa promesa de felicidad de un amor que vive en la sombra.
Tu amor es enfermizo, dañino, se te cala por los huesos y te roba la tranquilidad, te traspasa el espíritu y te vuelve nada.
Loco, tóxico, retorcido, irreal, desquiciado, inconstante….todo esto lo acepté, porque pensé que me amabas. Y es qué, ¿acaso no es eso el amor?, aceptar lo que el otro es, sin intentar cambiarlo.
Pero todo cambió.
El saber que solo fui una flor de paso en tu jardín, una más en tu lista, un adorno de exhibición para los viernes de copa, una acompañante cualquiera para los sábados de cine...Me revienta la vida.
Fue tan fácil amarte, entregarte el poco amor que me quedaba. Y ahora que no está, como duele y que difícil resulta olvidarte.
Te quedaste con mi corazón, con mis ganas de amar y ser feliz….te lo di todo sin reserva. Y tú, ¡criatura miserable! Sólo me has dejado; largas noches de insomnio, recuerdos y sueños rotos, un alma que sangra y quiere vomitar con tan solo pensarte y los pedazos de un triste corazón
¿Ya estás feliz?, ¡bastardo!
-Señorita Occidental

martes, 9 de febrero de 2016

iVamos a querernos de un modo bonito!




Vamos a rentar un departamento sencillo, trabajar medio día, dedicarnos a querernos y alternar para apagar la luz por las noches aunque tú siempre estés más cerca.
Vamos a darnos la espalda en la madrugada, buscarnos cuando calculemos que ya va a amanecer para abrazarnos y despertar pegados.Vamos a hacer el super y comer sano y adivinar el postre que uno que otro día se nos antoje a cada uno. Vamos a hacer un libro para escribir todo lo que nos pasamos platicando en las tardes con lluvia aunque lo lea nadie más que tú y yo.
Vamos a quitarnos la ropa y dejarla por todos lados y lamernos por todos lados y sonreírnos por todos lados. Vamos a poner música de esa que se escucha viendo al techo mientras me tomas apenas de la mano y yo susurro cosas que no escuchas pero entiendes muy bien. Vamos a ver películas que me tengas que explicar después, vamos a hablar en otro idioma y terminar besándonos como nunca habíamos besado antes.
Vamos a confesarnos secretos de la infancia y a hablar de las familias y los miedos y el presente, vamos a inventarle soluciones improbables a todos los problemas que aquejan al mundo. Vamos a leernos en voz alta hasta que uno de los dos se quedé dormido. Vamos a tomarnos fotos, vamos a andar descalzos, bañarnos juntos y bailar a oscuras. Vamos a terminar los días exhaustos, discutir a veces, dejar los trastes sin lavar aunque sea un día y poner las llaves donde no nos vamos a acordar que están. Vamos a dejarnos solos de vez en cuando, a vernos mucho tiempo frente al espejo, a cuestionarnos cosas que no preguntamos con nadie más. Y vamos a querernos. A no fijarnos del tiempo. A cumplir promesas que no hayamos hecho y aventurarnos a la costumbre de que estar juntos se sienta tan bien.
— Poquito pudor / Viaje Infinito.

Me dijo: Te voy hacer el amor.


Me dijo: 
Te voy hacer el amor...
Me sirvió una copa de vino, llenó la bañera 3/4, conocía la temperatura exacta como me gustaba el agua, me quitó la ropa y me ayudó a entrar... me lavó el pelo, la espalda y los pies. Me llevó a la cama y mientras me secaba el pelo humedecía mi alma, me acostó boca abajo y comenzó a masajear mi espalda, no decía nada, pero su suave respiración era lo más bonito que podía oír. No sé en qué momento me dormí... Pero cuando desperté en sus brazos me dijo, hay muchas maneras de hacer el amor, respiré profundo y lo besé. Y esta vez lo hicimos como yo sabia, con el cuerpo. (ese amor salvaje que nace en la piel)
El sabe perfectamente como hacer el amor cada día y es que para hacer el amor no es necesario el encuentro físico, se puede hacer el amor de muchas maneras; con una dulce caricia, una mirada, con una sonrisa cómplice, con un abrazo fuerte y sin decir nada, con un pecho amigo donde esconder las lágrimas...
¿Con una flor? 
No... él nunca me regaló flores...

(Sin embargo fue capaz de traer la primavera a mi corazón)

-Anónimo



martes, 2 de febrero de 2016

Carta de una madre a su hija.




No quiero que te parezcas en lo más mínimo a mí, ni siquiera en una pestaña.
No eres la continuación ni de mi apellido, ni de mi maligna forma de ser.
No eres mi apéndice, pues eres única e indispensable.
No deseo estar en la primera fila de tu graduación, ni llorar en tu matrimonio.
No serás lo que nunca pude ser, ni te lanzaré por senderos que hubiera querido recorrer.
Eres sencilla y llanamente diferente, desafiante al exponer tus puntos de vista y realmente quisiera que seas tu propia escultora, que tu cincel haga pedazos las asperezas y redondee las puntas que te afligen.
Eso solo lo puedes hacer tú, no fabriques tus cimientos y columnas sobre nadie, sé fuerte, sé digna, no regatees ni en las tiendas y mucho menos en el amor.
Por sobre todas las cosas del mundo, solo te pido algo:
Sé todo lo que quieras ser, mientras te haga feliz: Vende helados, ilusiones, compra nubes, pendientes, zarandea a la vida y no sigas a los demás, no creas en lo que te digan, solo hazlo si a ti te apetece.
Sé timón, nunca ancla, sé mar, nunca arroyuelo, sé tú, solo tú.
-A puritas letras, Katya Isabel