Amanecí
con antojos; con deseos de usted, amanecí con el antojo de verle,
abrazarle, sentirle, y si usted me lo permite; lamerle, explorarle,
poseerle. Tentarlo a que me tome entre sus brazos, a que vaya dentro
mío, permitirlo que me haga gemir, gritar hasta quedar sin aliento.
Amanecí con el antojo de estar sobre usted (o debajo, no tengo
inconveniente en eso). Amanecí con el deseo de hacerlo culminar
dentro mío, (o en mi boca) y poder probar ese jugo, ese néctar, ese
sabor suyo, que llevo anhelando saborear desde el primer momento que lo
tuve entre mis labios. Amanecí con estos antojos, tan delirantes, (tan
insoportables sin usted aquí), amanecí con el deseo de tenerlo unos
instantes entre mis piernas, jugando bajo las sabanas. Amanecí con el
antojo, con el deseo, con el calor interno que sólo usted me provoca, y
que sólo usted podrá calmar...
— Illiana Martínez
— Illiana Martínez
Impresionante, Muy bueno.
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