No busco alguien que me quiera eternamente, pero sí que en el ratito que lo haga de su vida lo haga bien.
Ni siquiera mucho. No busco que su vida gire entorno a mí, pero sí ser su primer pensamiento al despertar. Al acostarse nunca, porque espero estar ahí, a su lado, en el último parpadeo que tenga en su día. Que si sueña conmigo, le parezca mediocre comparado con la realidad vivida.
Que no le importe que le haga esperar, tampoco que tenga mi vida fuera de él, pero que tenga siempre claro que en cualquier sitio que esté le dedicaré dos minutos de pensamiento, nunca más de dos, porque entonces ya mi vida, no sería vida. Y ya una vez pasé por ello, y el querer mucho nunca sale bien.
Es difícil querer en cierta medida a alguien, siempre llegamos a un punto en el que el amor se vuelve obsesión, queremos ser dueños de esa persona, cuando no hay nada más bonito que el que esa persona pueda elegir y que siempre te elija a ti.
Que nunca dude que le deseo en todo momento, pero que tampoco me tenga segura. Cuando estamos seguros de algo o de alguien deja de tener la misma importancia. Somos así de absurdos.
Cada día debe ser una conquista nueva, un nuevo cruce de miradas, un primer beso, una primera sonrisa tímida, un primer roce que te deje la piel de gallina y con ganas de decir que no pare, que no pare nunca…
Tampoco quiero que me confunda con una chica florero. Me gusta arreglarme, ponerme guapa, mirarme en todos los espejos… Pero no por ello quiero que sólo me saque de paseo, ni que alardee de mí… Me explico: no hay nada más gratificante que presuman de ti, por supuesto, pero también que te disfruten a solas, sin nada más que un camisón, o ni siquiera eso.
Que tenga claro la importancia de mis amigas en mi vida, aunque ello conlleve salir de fiesta, o quedar con más amigos… que nunca se preocupe de esas situaciones, porque será en las que yo presumiré de él.
Tampoco quiero que sea correcto en todos los aspectos de su vida, yo ni muchísimo menos lo soy… no podría estar con alguien al que le falte un poco de locura, un poco de “eso no se puede hacer”, un poco de romper las normas… pero que cuando tenga que tener cabeza, la tenga por los dos.
Y ni falta hace decir, que no quiero ser madre de nadie… Nunca lo he sido y dudo mucho que sepa serlo sin parecer la mala de cualquier cuento de Disney. Simplemente quiero que cuando se equivoque yo no tenga que decírselo, ni mucho menos quiero que me pida perdón… nunca, solo, que sea capaz de corregirlo.
Para terminar, y ser un poquito más sincera de lo que ya he sido, debo deciros, que soy la reina de las mayores cagadas en lo que a relaciones se refiere, que se me ha tachado desde fría y no decir nunca ni media palabra de cariño, hasta obsesiva y llamar a todas horas solo por saber con quién estaba; de pasota y no buscar un hueco en 500 días para quedar, y celosa hasta decir basta; de risueña hasta el punto de que se pensaban que me estaba riendo de ellos, y desagradable hasta con un niño de 3 años; de soñadora, y no lo niego, con ayuda de algún estupefaciente, el cual me hacía mas vivir en mi mundo que en el suyo; y realista sin dar tregua ni reposo.
Quiero decir, que nunca sabré la chica que seré en una nueva relación, pero, oye… por pedir que no quede.
-Lina Jaramillo Triana
Ni siquiera mucho. No busco que su vida gire entorno a mí, pero sí ser su primer pensamiento al despertar. Al acostarse nunca, porque espero estar ahí, a su lado, en el último parpadeo que tenga en su día. Que si sueña conmigo, le parezca mediocre comparado con la realidad vivida.
Que no le importe que le haga esperar, tampoco que tenga mi vida fuera de él, pero que tenga siempre claro que en cualquier sitio que esté le dedicaré dos minutos de pensamiento, nunca más de dos, porque entonces ya mi vida, no sería vida. Y ya una vez pasé por ello, y el querer mucho nunca sale bien.
Es difícil querer en cierta medida a alguien, siempre llegamos a un punto en el que el amor se vuelve obsesión, queremos ser dueños de esa persona, cuando no hay nada más bonito que el que esa persona pueda elegir y que siempre te elija a ti.
Que nunca dude que le deseo en todo momento, pero que tampoco me tenga segura. Cuando estamos seguros de algo o de alguien deja de tener la misma importancia. Somos así de absurdos.
Cada día debe ser una conquista nueva, un nuevo cruce de miradas, un primer beso, una primera sonrisa tímida, un primer roce que te deje la piel de gallina y con ganas de decir que no pare, que no pare nunca…
Tampoco quiero que me confunda con una chica florero. Me gusta arreglarme, ponerme guapa, mirarme en todos los espejos… Pero no por ello quiero que sólo me saque de paseo, ni que alardee de mí… Me explico: no hay nada más gratificante que presuman de ti, por supuesto, pero también que te disfruten a solas, sin nada más que un camisón, o ni siquiera eso.
Que tenga claro la importancia de mis amigas en mi vida, aunque ello conlleve salir de fiesta, o quedar con más amigos… que nunca se preocupe de esas situaciones, porque será en las que yo presumiré de él.
Tampoco quiero que sea correcto en todos los aspectos de su vida, yo ni muchísimo menos lo soy… no podría estar con alguien al que le falte un poco de locura, un poco de “eso no se puede hacer”, un poco de romper las normas… pero que cuando tenga que tener cabeza, la tenga por los dos.
Y ni falta hace decir, que no quiero ser madre de nadie… Nunca lo he sido y dudo mucho que sepa serlo sin parecer la mala de cualquier cuento de Disney. Simplemente quiero que cuando se equivoque yo no tenga que decírselo, ni mucho menos quiero que me pida perdón… nunca, solo, que sea capaz de corregirlo.
Para terminar, y ser un poquito más sincera de lo que ya he sido, debo deciros, que soy la reina de las mayores cagadas en lo que a relaciones se refiere, que se me ha tachado desde fría y no decir nunca ni media palabra de cariño, hasta obsesiva y llamar a todas horas solo por saber con quién estaba; de pasota y no buscar un hueco en 500 días para quedar, y celosa hasta decir basta; de risueña hasta el punto de que se pensaban que me estaba riendo de ellos, y desagradable hasta con un niño de 3 años; de soñadora, y no lo niego, con ayuda de algún estupefaciente, el cual me hacía mas vivir en mi mundo que en el suyo; y realista sin dar tregua ni reposo.
Quiero decir, que nunca sabré la chica que seré en una nueva relación, pero, oye… por pedir que no quede.
-Lina Jaramillo Triana